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lunes, 12 de julio de 2010

ILUMINACIÓN Artificial

Los interioristas sabemos como utilizar la iluminación. Sabemos como poder destacar una textura, como suavizar las sombras de un pliegue, como resaltar un ángulo o acortar un pasillo.


Hablando de iluminación artificial son varios los parámetros que la determinan. Entre otros: la cantidad, la calidad y el consumo.
La cantidad no siempre tiene que estar unida al consumo.

Para explicarme voy a poner el ejemplo de regar con una manguera. Podremos regar más superficie si abrimos la boquilla y hacemos que el agua salga dispersa. Crearemos una ligera lluvia que mojará uniformemente las flores.  No les llegará mucha cantidad de agua. Sin manipular el grifo y cerrando la boquilla haremos que el agua salga más intensamente. Es decir regaremos menos flores, llegaremos más lejos y a las más cercanas a unas ni las mojaremos y a otras les arrancaremos los pétalos de un chorrazo.

Si habláramos de iluminación en el primer caso habríamos iluminado muy uniformemente. Apenas aparecerían sombras pero quedaría un espacio soso sin matices. Sería el caso de la utilización de una lámpara colgada en el techo en el centro de una habitación. En el segundo caso, se provocarían claramente unas zonas de luz y otras de sombras incluso de oscuridad. En este caso el efecto es más teatral y se puede utilizar para zonificar. Es el caso de una lámpara sobre una mesa de comedor en la cual la superficie queda iluminada y el resto en penumbra.

Básicamente son dos ejemplos de utilización de un mismo consumo pero de resultados distintos.
El primer caso de uso lo podremos utilizar para homogeneizar colores, para hacer más ligeros los espacios, para suavizar.
En el segundo ejemplo nos servirá para destacar un elemento, para dirigir una mirada o para destacar una textura rugosa.
Todo esto se irá matizando, para lo cual se hacen los estudios de iluminación. En los cuales mediante la combinación de parámetros se irán creando“escenas”. Estos parámetros serán desde la elección de la bombilla (tipo, potencia, ángulo, rendimiento, o duración), la reflexión de los materiales, los encendidos, la temperatura de color (es decir luz más o menos cálida), el tipo de aparato (con o sin difusor, elemento reflectante, pantalla difusora, filtro, etc.) y por supuesto la correcta ubicación de los mismos.

Esto que en principio parece muy “profesional” sirve para no tener que poner una lámpara donde salen los cables, o para tener que bajar los techos para poner foquitos en el hall, pasillo o baño.

Y lo digo porque es fácil encontrarse con una persona que al abrirte la puerta de su casa le ves perfectamente iluminada su deslumbrante calva y sus ojos ocultos por una negrísima sombra que hace que te estremezcas.

Ejercicio de reflexión:
No es que desde hace un tiempo te veas con mala cara y necesites un chequeo. Es que al electricista al que le encargaste “iluminar” el baño, se lió a ponerte foquitos en el techo.
Piensa en cómo se ilumina el espejo del camerino de un artista: nunca desde arriba siempre desde el frente.

Seguiré escribiendo sobre este tema.

viernes, 9 de julio de 2010

ILUMINACIÓN

Natural.
La iluminación por todos es sabido que determina un ambiente.
Un gran trabajo de interiorismo puede ser bueno o llegar a ser espectacular dependiendo de la iluminación.
La modelo más cotizada, el fotógrafo más afamado y un fallo en la iluminación... todo el trabajo al traste. A los mejores músicos del momento se les exige no sólo un cuidado sonido sino un gran despliegue luminotécnico.

Pero la iluminación no es sólo artificial. Quiero destacar esta diferencia. La orientación de un edificio, la época del año, la acera de una calle o incluso la distribución interior son determinantes. No sólo afecta en el aspecto estético sino que también en aspectos psicológicos.

La actividad doméstica debería estar acompañada del movimiento del sol. A la hora de poder definir una distribución, o incluso elegir la mano de un piso deberemos de tener en cuenta el ciclo de la luz. Levantarnos con el sol, el cenit debía de acompañar nuestra media jornada y el ocaso debía de marcar nuestro final del día. Difícil levantarnos con el gallo y acostarnos a las 5. Pero si que al organizar la actividad de un interior no prescindamos del ritmo vital que nos ofrece la iluminación natural. Que la aprovechemos. La evolución en los cerramientos y acristalamientos nos permiten aumentar las dimensiones de los ventanales. La iluminación natural aportará vida a un interior. Se podrá acondicionar para evitar decoloraciones o deslumbramientos, pero nunca se podrá llegar a sustituir por la artificial.

Tiene tanta importancia este aspecto psicológico, que se han llegado a realizar estudios para determinar cómo puede afectar anímicamente en los trabajadores de una oficina no tener referencia externa de la luz natural. La monotonía de la iluminación artificial provoca en las personas una desorientación. Se pierden las referencias entre día y noche o entre invierno y verano. El espacio puede estar correctamente iluminado en parámetros de producción pero no en parámetros psicológicos.
Aprovechemos la luz natural, ahorraremos y nos sentiremos más “energéticos”.