.

.

sábado, 13 de julio de 2013

DIETA DE ADELGAZAMIENTO VISUAL

Que bien nos viene el verano para ponernos un poco en forma, preocuparnos por el sobrepeso y sobre  todo para aligerar la mente de tensiones y preocupaciones.
Como cada año buscamos un nuevo bañador y una ropa que nos de alegría. Nos desprendemos de nuestro atuendo habitual y horteramente nos disfrazamos de lo que nos gustaría ser el resto del año. Nos deshacemos de preocupaciones y es lo que realmente nos descansa.
Pues bien, nuestro entorno más cercano también necesita unas vacaciones.
Es el momento  de aligerarlo. Desprendernos de todas esas cosas que nos desbordan y nos inmovilizan.
Todos estos objetos que en algún momento de nuestra vida hemos “necesitado” y que jamás volveremos a usar.
Cosas que se van guardando en los armarios, apretujando en los cajones y enquistando en los rincones. Todas esas cosas que acumulamos o guardamos pensando que algún día volverán a servirnos y que por si acaso guardamos. Esa ropa que creemos impecable y que recordamos nos sentaba tan bien, esa colección de recuerdos, esa enciclopedia fasciculada que con tanto interés compramos pensando en  lo infalible que algún día nos resultaría  cuando nos entrara la duda sobre iba a ser si  necesitáramos responder a la pregunta de cuantos anillos lobulados tiene el camaleón adulto africano en su periodo de procreación.
Nada mejor que una mudanza para darse cuenta de la cantidad de objetos que guardamos y no usamos, que creemos que volveremos a aprovechar y que jamás lo haremos.
En un dialogo de película de ladrones, el viejo y experimentado caco le aconseja al novatillo: “nunca tengas nada que no puedas abandonar en menos de 30 segundos”.
Mi huida no sería tan desesperada pero si me he preguntado alguna vez con que cosas realmente me quedaría. En algunos casos he pensado que me  quedaría con algo de valor económico: un mueble, alguna prenda,  un cuadro o incluso algún aparato. En la mayoría de los casos la respuesta ha sido más afectiva que material: unas fotos o algún objeto intimo.  Pero cada vez más a menudo me respondo: “Nada, no me quedaría con nada”. Todo me parece sustituible y los recuerdos: recuerdos.
Ese espíritu acumulativo, esas ganas de poseer, ese afán por guardar cada vez se nos va a ir despegando  más.
La movilidad laboral, las viviendas de alquiler , el disfrutar del espacio o las ganas de renovar se van a imponer.
Lo mismo que ya no nos compramos ropa para toda la vida y la caducidad de las cosas nos parece más efímera. Pronto nos van a parecer obsoletas las idea de comprar para guardar, los muebles para toda la vida y los objetos heredables.
Quedarnos con lo esencial y disfrutarlo. Gastaremos menos  y nos sentiremos mejor

Mi consejo: Deshacerse de lo no esencial. Comprar bueno, comprar barato, comprar ligero. 

Recompensa: Recobrar el espacio perdido y sentirse aliviado.